Como cada año, ponemos en marcha el programa Atención psicosocial y empoderamiento personal de mujeres, gracias a nuestro financiador Fundación La Caixa. Y con él, iniciamos diferentes actividades que nos permiten el desarrollo de la autonomía, la autoestima y el fortalecimiento personal de mujeres. Entre las actividades que difundimos y realizamos, encontramos los testimonios personales y reales de diferentes mujeres que participan en nuestros grupos. Con este tipo de testimoniales, conocemos en primera persona las experiencias personales y los procesos vitales de otras mujeres, y esto nos permite desarrollar nuestra empatía y saber que no estamos solas en este proceso.

A continuación, os presentamos el quinto testimonial:

SOY EXTRANJERA

Soy extranjera. Es un pensamiento que siempre tengo bien presente. Un recordatorio que me ayuda a no perder de vista mis objetivos vitales.

Estoy en este país sola, y soy extranjera. Esa es mi lucha y mi bandera.

Estoy concentrada en avanzar, en seguir alcanzando los logros que me he marcado, y debo hacerlo sin desfallecer, porque estoy sola. Si caigo, no habrá quién me levante, así que debo seguir adelante.

Y así, sola, es como he aprendido muchas cosas. Sobre todo, de mí misma.

Abandoné mi país natal (una isla, muy lejana, de la que hay muy poca gente por aquí) y llegué a Europa. Trabajé en Suiza. Allí conocí a quién sería mi marido, otro migrante como yo, pero en su caso, español. Juntos iniciamos una vida en España. Siento que ese fue mi mayor error: confiar en una persona, cegada por el amor. A pesar de contar con posibilidades y buena posición, él nunca me ayudó, no facilitó mi integración, ni siquiera me brindó facilidades para aprender el idioma. Me aisló. Y así pasó que, cuando falleció, me quedé sin nada, sin nadie. Fue desolador. Una enorme decepción que aún resuena en mi alma hoy.

 

A base de esfuerzo (y de la disciplina que mi condición de deportista me lleva a generalizar a todas las áreas de la vida), me repuse e inicié mi formación (al tiempo que me las veía con albaceas desinformados y herederos interesados). Conocedora del francés, el español se me dio bastante bien, y en poco tiempo me preparé para desempeñar mi labor como auxiliar de enfermería, cuidando de personas mayores. Fue muy enriquecedor. En tiempos de pandemia me acuerdo cada día de mi formación, y la aplico como herramienta de autocuidado para protegerme y sentirme mejor.

 

Después de muchas dificultades, de innumerables situaciones de abuso, engaño y discriminación (que no he dudado en denunciar, con dudosa gestión o solución por la administración), hoy me siento mejor.

Recuerdo mi primera cita con la psicóloga de Elche Acoge. Cuando entré al despacho, me miró y supe que tendríamos conexión. Un impulso me sacudió y le tomé de las manos. Antes de que pudiese presentarse o preguntarme, fui yo la que exclamó: “¿Eres psicóloga? ¡Escúchame por favor!”. Ella ahora conoce toda mi historia, y yo me siento mejor. Estoy orgullosa de mis logros (no son pocos, creo yo). Pero no me detengo, tengo más objetivos que cumplir, sin perder de vista que soy extranjera, y estoy sola aquí.

 

 

V.R.

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